Chiquita

Chiquita.
Golondrina de ensueño.
¿Desde cuál jardín te has volado?
¿De cuál Edén?
¿De cuál Cielo?
Estamos a punto
de revolvernos en una ensalada.

Y...

¿Adónde debo yo apuntar mis dedos?
¿A las montañas celosas de adolescencia,
a los ojos de barro colorado,
o a tus senos?

¿Cómo puede un hombre cortar de raíz
el silencio de una mirada,
la fuente de un oasis,
o el miedo?

¿En cuál playa no debo mojarme yo los pies
y apagar de frío mis deseos?

Aquí me tienes.
Medio renco, medio sordo, medio manco, medio tuerto.
Medio mudo... Sonriendo.
Mientras tanto
tú te vuelves más tierna,
porque sigues siendo esa golondrina de ensueño
buscando un nuevo nido entre las piedras.

Y hasta hoy,
después de tantos años sigues siendo
la inspiración y la cuna,
la fruta prendida de la mano
junto a mi reloj de pulsera.
El espejo de la luna.
La vida entera.

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