Tengo un nudo en el abdomen...
Y uno en la garganta.
Y uno en el pecho.
Y otro en la piel.
Siento,
que el mundo es mas complicado
de lo que ingenuamente imaginaba.
Está hecho nudos, también.
Y de hecho, así es:
Las canciones me aniquilan.
Los motivos me delatan, por si acaso.
Los recuerdos no me dejan desenredarme.
Sigo dándome a los tiempos perdidos.
Esperando que los relojes hagan su pausa,
y que los niños precoces
quieran regalarnos alguna nueva memoria.
Estoy pagando algunas facturas.
A costillas abiertas.
A latigazos abiertos.
A fracturas abiertas.
Y, sinceramente,
quiero rendirme y morirme por doquier.
Aunque no pueda, confesión al aire libre,
decirte lo que pienso.
Porque todos nuestros años,
recargados de imágenes y experiencias
continúan atragantándoseme por las noches,
como las brujas harapientas en el tejado...