Tus heridas no quiebran
mis instantes fotográficos,
ni mis lágrimas fracturan
tus memorias adolescentes.
Tan solo es nuestra historia.
La que, juntos hemos escrito
bajo escuálidas cortinas
y canículas de recuerdos.
Tampoco es menester morirse
entre la espuma y la arena
para que salgan a flote
los sentimientos adormecidos.
Si por tanto disuadimos el rumbo
del que alguna vez fuimos partícipes,
será mejor que las quimeras se nos despisten
y se nos anuden en cuatro imprescindibles:
Reescribiendo sonrisas,
reflexionando lamentos.
Reencontrando miradas
resucitando momentos.
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