[...otro re-arreglo, quizás, del des-arreglo plasmado en una burda parodia de antaño...]
En una noche oscura
el sol cegaba mis pupilas.
Yo, sentado en un tronco de arena
leyendo un poema sin letras,
con los ojos cerrados
pasaba el tiempo...
Las ballenas revoloteaban entre las flores de mayo,
y las abejas se consumían en el río.
De repente,
en mi memoria borrada
se levantaron recuerdos futuros.
Y yo, para no arrancarle suspiros al alma,
enmudecí cuanto pude
gritándole al viento:
¡Yo la amo!
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